El presidente Donald Trump pasó más de un año intimidando a los gobiernos de Canadá y México para que accedieran a reescribir el tratado comercial de América del Norte. Y este viernes, esas naciones firmaron el pacto en la cumbre del G20 en Buenos Aires, Argentina.
Trump dijo el viernes que que el renovado tratado comercial es "revolucionario" y asegurará un "futuro de prosperidad e innovación" para las tres naciones norteamericanas.
"Éste es un acuerdo modélico que cambia para siempre el panorama comercial", afirmó Trump durante el acto de firma del tratado comercial en Buenos Aires.
Mientras Trump elogiaba el viernes el pacto revisado, Trudeau fue más mesurado al decir que todavía hay trabajo que hacer y pidió al mandatario estadounidense eliminar los aranceles a las importaciones de aluminio y acero que impuso a Canadá y México.
El primer ministro canadiense también dijo que fue un “fuerte golpe” el anuncio que hizo esta semana General Motors de eliminar miles de empleos en Norteamérica. Trump no hizo mención de los despidos.
Ahora el presidente estadounidense enfrentará lo que podría resultar un enemigo formidable: su propio Congreso.
Con valentía renovada después de recuperar la Cámara de Representantes a partir del próximo año, muchos demócratas dicen que quieren que el nuevo acuerdo refuerce las protecciones de los trabajadores estadounidenses respecto a la competencia mexicana que ofrece salarios más bajos.
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Sin embargo, cualquier cambio podría dar pie a nuevas objeciones por parte de los republicanos defensores del libre comercio que quieren limitar la manera en que el pacto pueda restringir las prácticas corporativas en América del Norte.
Lo que Trump había presumido como un triunfo de su gobierno, un nuevo acuerdo comercial de nombre Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), que reemplazará al TLCAN después de 24 años y al que se ha referido desde hace tiempo como asesino de empleos estadounidenses, ahora enfrenta un futuro más turbio.
“Va a ser difícil de vender”, dijo el representante Bill Pascrell, el demócrata de mayor rango en la subcomisión de la cámara baja responsable de los asuntos comerciales.
Líderes de los tres países acordaron el T-MEC (USMCA por sus siglas en inglés) unas horas antes de que se cumpliera el plazo del 30 de septiembre impuesto por Estados Unidos.
Sin embargo, las legislaturas de las tres naciones aún deben ratificarlo. Muchos analistas comerciales señalan que el nuevo pacto no es muy distinto a la versión anterior a pesar de las afirmaciones de Trump de que “transformaría nuevamente a América del Norte en una potencia de manufactura”.
“Realmente es el TLCAN original”, dijo Mickey Kantor, socio en el despacho legal de Mayer Brown y representante comercial de Estados Unidos durante el gobierno del presidente Bill Clinton.
Durante años, fueron los demócratas los que se quejaron del TLCAN, que derribó la mayoría de las barreras comerciales entre Estados Unidos, México y Canadá. Argumentaron que alentaba a las compañías estadounidenses a cerrar sus plantas, despedir a sus trabajadores en Estados Unidos y mudarse a México para aprovechar la mano de obra a menor costo.
En contraste, los republicanos a favor del comercio defendieron el pacto que, afirmaban, impulsaba una explosión comercial que beneficiaba a las tres naciones.
Pero Trump hizo campaña como un republicano distinto. Se refirió al TLCAN como un “desastre” y designó al representante comercial Robert Lighthizer para negociar una nueva versión, amenazando con abandonar en su totalidad el pacto si no obtenía lo que quería.
Lighthizer trabajó para obtener el respaldo de los demócratas. Y el T-Mex incluye cláusulas con el objetivo de atender las críticas del acuerdo al que reemplaza. Por ejemplo, requiere que el 40% de los vehículos se fabriquen en países que le pagan al menos 16 dólares la hora a sus empleados, es decir Estados Unidos y Canadá, no México, para que sean elegibles a ser libres de aranceles. Además requiere que México impulse reformas laborales para alentar a sindicatos independientes que negociarán mayores salarios y mejores condiciones de trabajo para los mexicanos.
Cuando el reemplazo del TLCAN fue anunciado, el líder demócrata en el Senado Chuck Schumer, dijo que Trump “merece elogios por tomar importantes medidas para mejorar” el acuerdo.
John Murphy, vicepresidente senior de políticas internacionales en la Cámara de Comercio de Estados Unidos, que está a favor del nuevo acuerdo comercial, argumentó que éste incluye elementos dirigidos a atender las preocupaciones de los demócratas sobre como resultarían afectados los empleados estadounidenses.