Desde que se desató el brote del SARS-CoV-2, como se le conoce al nuevo coronavirus, los científicos han estado luchando para identificar la especie de origen para comprender cómo el virus saltó por primera vez de sus huéspedes animales a los humanos.
Los científicos han estado buscando un animal intermedio. Se han sugerido muchos animales, comenzando con las serpientes y más recientemente, los pangolines, pero los virus aislados de ellos son demasiado divergentes del SARS-CoV-2, lo que sugiere un antepasado común demasiado atrás en el tiempo, viviendo en la década de 1960.
Ahora, investigadores de la Universidad de Ottawa, rastreando huellas genéticas del coronavirus en diferentes especies, han propuesto que los perros callejeros, específicamente los intestinos de los perros, pueden haber sido el origen de la pandemia actual de SARS-CoV-2.
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Los hallazgos aparecen en la edición en línea de la revista Molecular Biology and Evolution. Cuando los virus invaden un huésped, sus genomas a menudo llevan las cicatrices de batalla de luchar y evadir el sistema inmune del huésped a través de cambios y adaptaciones que se encuentran dentro de sus genomas.
Para realizar el estudio, examinaron todos los 1252 genomas de betacoronavirus depositados en GenBank (un banco de secuencias genéticas) hasta la fecha y descubrieron que el SARS-CoV-2 y su pariente conocido más estrechamente relacionado, un coronavirus de murciélago (BatCoV RaTG13), comparten una similitud de secuencia del 96%.
Luego, descubrieron que solo los genomas de los coronavirus caninos (CCoV), que habían causado una enfermedad intestinal altamente contagiosa en todo el mundo en perros, tienen valores genómicos similares a los observados en SARS-CoV-2 y BatCoV RaTG13.
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Además, el receptor ACE2 de las células, que es la puerta entrada para el nuevo coronavirus se produce en el sistema digestivo humano, “esto sugiere que es probable que el sistema digestivo de los mamíferos pueda sea un objetivo clave infectado por coronavirus”.
El autor del estudio Xuhua Xia destacó que, según un informe reciente, “una alta proporción de pacientes con Covid-19 también sufren molestias gástricas”. A menudo se observa que los cánidos lamen su región anal y genital, lo que facilitaría la transmisión viral del sistema digestivo al respiratorio y el intercambio entre un patógeno gastrointestinal y un patógeno de las vías respiratorias y los pulmones.
Estas observaciones son “coherentes con la hipótesis de que el SARS-CoV-2 ha evolucionado en el intestino de los mamíferos o en los tejidos asociados al intestino", señala el comunicado.
No hay evidencia de contagio directo de perro a humanos
El autor indica que, puesto que se está lejos de muestrear todas las especies de mamíferos y su tejidos, no se puede concluir que un genóma bajo en CpG surja solo de sistema digestivo de los cánidos.
Xian presenta un escenario en el que el coronavirus se propagó primero desde los murciélagos a los perros callejeros que comían carne de este animal, posteriormente el virus sufrió una rápida evolución en el intestino de los canes que le permitió evadir la respuesta inmune humana de la proteína ZAP (una proteína centinela antiviral clave) y se convirtió en un patógeno humano grave.
Sobre la posibilidad de que los perros pudieran transmitir en este momento el SARS-CoV2, Xian señaló que para ello el animal tendría que tener establecida una población de coronavirus en un tejido en contacto con el exterior, pero por el momento no hay evidencias de ello.
La descripción del estudio deja poco claro si en China, que acostumbran a comer carne de perro, esto haya sido el factor desencadenante.