El mayor deseo de César Quintana es volver a estar con su hijo.
Desde hace semanas, este padre mexicano residente de Los Ángeles no ha dejado de pensar en la forma de recuperar a Alexander, su pequeño de 2 años, quien se encuentra en Ucrania desde el 2020, cuando su madre se lo llevó al país europeo a sus espaldas, según Quintana.
El estar lejos de un hijo siempre es difícil, pero tras la invasión de Rusia a Ucrania, Quintana no ha encontrado sosiego. No es solo el hecho de que el menor esté en una nación en guerra, sino que además, se encuentra con su madre en Mariupol, la ciudad portuaria al sureste del país que se ha convertido en el escenario de sangrientos ataques aéreos rusos.
La última vez que Quintana logró comunicarse con ellos fue el 2 de marzo. “Desde entonces esa región no recibe teléfono, no hay energía, no tienen agua, le cortaron todas sus necesidades. Está completamente rodeada esa ciudad por el ejército ruso”, dijo.
Pero ahora, este padre ha ideado un plan con el que espera recuperar a su hijo: viajará a Ucrania como voluntario. Una vez allá, hará hasta lo imposible para ubicar a Alexander e intentará sacarlo de esa nación en conflicto, sin importar cómo.
"Él tiene el derecho de que su papá haga todo por él, hasta arriesgar su propia vida”, afirmó.
EL INICIO DEL CALVARIO
Según el relato de Quintana, su vida cambió de un momento al otro el 16 de diciembre de 2020. Su esposa, Antonia Aslanova, de origen ucraniano, desapareció de su casa en el condado Orange, California, con Alexander. Las autoridades emprendieron una búsqueda por su paradero, reportó en ese entonces NBC Los Ángeles.
“La mañana del 17 de diciembre [de 2020] llegaron los detectives”, narró Quintana a Telemundo 44. “Me dijeron, te tenemos buenas y malas noticias. La buena es que encontramos a tu hijo y a tu esposa, y la mala es que viajaron para Ucrania”.
Quintana contó que Aslanova empezó a tener problemas con la justicia tras caer en depresión por la pérdida del gemelo de Alexander durante su nacimiento. Fue detenida por conducir varias veces bajo influencia del alcohol y liberada bajo fianza. Fue a raíz de eso que le concedieron a Quintana la custodia completa de su hijo, aseguró.
Sin embargo, eso no impidió que la madre se llevara al pequeño fuera del país. La mujer y el niño Alexander se establecieron en la ciudad de Mariupol, ubicada en la provincia de Donetsk, que desde al menos el 2014 fue tomada por separatistas prorusos y que hace solo unas semanas fue reconocida por el presidente de Rusia Vladimir Putin como una región “independiente” de Ucrania.
“No pensaron en él”, dijo Quintana. “Esa región ya tenía problemas desde antes, tenía problemas por los últimos ocho o nueve años y [siento] tristeza por él, que su mamá y su abuela no piensen en llevárselo a un lugar así”.
Tres semanas después del inicio de la invasión, el horror que se ha vivido en Mariupol, sitiada por las tropas rusas, ha sido particularmente espeluznante. A principios de esta semana, un teatro donde se refugiaban cientos de civiles en el centro de la ciudad fue acabado por bombas, dejando un número indefinido de muertos. Poco después, soldados rusos masacraron a un grupo de personas que hacía cola para comprar pan en una zona residencial, según reportes.
El Kremlin niega toda responsabilidad.
EL PRIMER REENCUENTRO Y LA SEGUNDA SEPARACIÓN
Buscando a su hijo, Quintana llegó a Ucrania en mayo de 2021, pero no fue sino hasta julio cuando pudo ver nuevamente al pequeño Alexander.
“Al principio le dio como vergüenza, y se escondió. Yo siempre le hablaba en español, entonces le dije, ‘Hijo, ¿no te acuerdas de mí?’ Y al principio no me reconoció pero después que se dio cuenta que era yo me abrazó y me dijo, ‘papá, papá’”, contó.
Quintana estuvo en Ucrania junto a su madre y a su hermano, intentando traer de regreso al niño a Estados Unidos, pero no fue posible. Según reportó la agencia EFE, la madre del menor le había tramitado un pasaporte ucraniano, lo cual ha representado un importante obstáculo para que Quitana recupere a su hijo ya que bajo la ley de ese país, la madre debe tener la custodia.
Incluso, tocó la puerta de la embajada estadounidense en Ucrania pero no se halló un camino legal viable para poder llevarse a su hijo de regreso a California.
Tras 10 meses en Ucrania, a finales de enero, Quintana se vio forzado a regresar a Los Ángeles. “Ya se me había pasado el permiso. Ya había pedido dos extensiones pero ya la tercera no me la dieron. Me dijeron que tenía que aplicar para una residencia temporal, pero para eso tenía que salir del país durante tres meses”.
Su plan era volver en mayo. Pero entonces, estalló la guerra.
“PREFIERO ARRIESGARME QUE VIVIR UNA VIDA SIN ÉL”
Desde ese día, Quintana ha estado buscado la asistencia de fundaciones como iStand Parent Network, que ayudan a padres cuyos hijos han sido secuestrados por sus parejas, e incluso ha intentado pedir el apoyo de congresistas, como el del senador demócrata Alex Padilla.
Pero al ver cómo se agrava la situación en Ucrania y al no tener información de su exesposa, ha resuelto recuperar a su hijo por sí solo. La próxima semana viajará de Los Ángeles a Polonia, y de allí, agarrará carretera a Ucrania, donde tratará de ubicar a su niño, aseguró.
“Prefiero arriesgarme así a vivir una vida realmente sin él”, declaró. “Uno como papá tiene que proteger a sus hijos siempre... No lo pienso ni por un momento. Ni por un momento se me cruza por la cabeza el no hacerlo”.