TIJUANA- Los trabajadores que embalsaman y sepultan cuerpos en un cementerio de Tijuana experimentan en medio de la pandemia por el coronavirus medidas que aseguraron los hacen sentirlos como tiempos de guerra.
“Siento que es una guerra silenciosa si claro, son tiempos difíciles”, dijo Arturo Mendoza, asesor funerario, quien agregó aunado a las medidas de precaución personales que utilizan, lo más difícil es pensar en contagiar a alguien en casa, después de un entierro o cremar a una víctima de coronavirus.
Un miedo que comparte Jorge, quien por 30 años realiza este trabajo y dice jamás pensó experimentar, pues estar entre personas sin vida, es parte de una tradición familiar que realiza junto a sus hermanos desde la infancia.
“Me llegaron a llevar al kinder en las carrozas”, dijo Jorge Alberto Alamillo, quien se dedica a embalsamar cuerpos en Tijuana
Sin embargo, aseguran que las medidas de protección y el miedo al contagio no es lo más difícil de su trabajo durante la pandemia, sino el tener que ver de cerca de familiares desesperados por ver si realmente el cuerpo que están enterrando o recogiendo del hospital es el de sus seres queridos.
“La gente nos suplica a veces un por favor déjame verlo”, dijo Arturo Mendoza, pues las disposiciones de la secretaria de salud, para evitar más contagios, los obligan a que las víctimas del coronavirus en crematorios o enterrados, no tengan ningún contacto con la familia y al salir del hospital sean cubiertos con tres bolsas especiales.
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“Utilizamos una bolsa blanca hermética y de ahí una bolsa transparente, para cubrir que no salga nada, nada del virus”, informó Jorge Alberto Alamillo.
Y para Arturo, acostumbrado a estar entre velorios y muertos, pensar que podría ser él, quien sea despedido en la soledad, es un temor constante.
“Se me haría muy triste que yo pude haber sido él y que nadie haya venido a despedirme”, dijo Arturo Mendoza.