NUEVA YORK - Serena Williams quizás quiera hablar de “evolución” o que está en “proceso de retiro” o lo que prefiera antojarse. Y podrá ser ambigua sobre si este Abierto de Estados Unidos acabará marcando el final de su carrera en el tenis. Esos 23 títulos de Grand Slam le han dado esa facultad.
Si puede mantener este nivel de juego, ¿quién sabe cuán tiempo durará esta despedida?
No importa lo que pase una vez que esta participación en Flushing Meadows acabe, esto es lo importante que se debe tomar en cuenta tras la noche del miércoles. La estadounidense de 40 años sigue de pie, sigue siendo de capaz de brindar un tenis excelso, sigue ganando — y, como los espectadores que le adoran colmaron otra vez el estadio Arthur Ashe Stadium — tiene toda la disposición de ir por más.
Williams eliminó 7-6 (4), 2-6, 6-2 a Anett Kontaveit, la número dos del mundo en la segunda ronda, con la que garantizó que disputará un partido más de sencillos en el que insinuado será el último torneo de su ilustre carrera.
“Aún me queda un poquito”, dijo una sonriente Williams en la entrevista a pie de cancha.
“Esto es lo que sé hacer”, añadió. “Me encantan los desafíos y me crezco ante los desafíos”.
Vaya que lo es. Después de vencer a Danka Kovinic, la númera 80 del mundo la noche del lunes, para sumar su 23ra victoria en sus últimos 25 partidos contra alguien que se encuentra primera o segunda en el ranking ante Kontaveit el miércoles, la seis veces campeona en Flushing Meadows jugará el viernes por un plaza en los cuartos de final.
Su rival será Ajla Tomljanovic, una australiana de 29 años que actualmente es la 46ta del ranking. Nunca se han medido.
Cuando le preguntaron cómo valoraba su nivel hasta ahora, Williams respondió con una carcajada: “Soy una muy buena jugadora”.
Disparó saques que alcanzaron las 119 mph, mantuvo el pulso con Kontaveit durante largos peloteos desde el fondo e hizo relucir su clase habitual en los momentos clave.
Después de llevarse un reñido primer set, flaquear en el segundo, Williams se dirigió al vestuario para una breve pausa previo al tercero.
Una tenía que ceder. Una tenía que parpadear.
Cuando reanudaron el duelo, Williams fue quien levantó su nivel y fue superior.
Como lo ha hecho tantas veces, en tantos escenarios, con tanto en juego.
“Soy Serena, nada más. Después de perder el segundo set, me puse a pensar: ’Dios, mejor me pongo las pilas porque este puede ser el último”, dijo Williams, haciendo eco de lo que todos los que estaban prestando atención.
“Soy muy competitiva. No tengo nada que perder, no tengo nada que comprobar”, añadió.